La transformación de la Creación y el discernimiento

XXXIII Domingo TO, Ciclo B (Mc 13,24-32)

El Final y la Transformación de la Creación

Nos encontramos en el Evangelio de San Marcos, en el último capítulo de la vida pública de Jesús, a las puertas de la narración de la pasión. Son los llamados discursos escatológicos.
Cuando uno los lee, parece que algo termina y que se acerca un final. Es como si anunciase que la primera creación, la narrada en el Génesis, está llegando a su fin, como si estuviese defectuosa y sea el momento de terminarla y rehacerla de nuevo. Pero realmente no es una destrucción, sino una transformación.
Podríamos decir que la primera creación era incompleta: el séptimo día el creador se retiró y contuvo su acción creadora, y le dejó al hombre continuar con la tarea de la creación. Y ahora llega el momento de la plenitud.

Los Signos de la Nueva Creación

El Evangelio nos habla del sol que se oscurece, de la luna que no dará resplandor, de las estrellas que caerán del cielo y de los astros que se tambalearán.
El sol sirve para regir las estaciones y el calendario civil, es decir, nos sirve para medir el tiempo cronológico. La luna nos sirve para fijar la fecha de la Pascua y demás fiestas del calendario litúrgico, es decir, nos sirve para medir el tiempo sagrado. Las estrellas nos sirven para guiarnos, para viajar y para ubicarnos en el espacio. Y finalmente los astros, que hace referencia a la inmensidad del universo, a todo el cosmos.
Nos está diciendo que todo lo que nos da la seguridad en este mundo llega a su fin, y entonces veremos al Hijo del hombre, veremos a Dios en todos (1 Cor 15,28).

La Segunda Creación y la Comunión con el Padre

San Marcos, al decirnos que veremos al Hijo del hombre, nos está adelantando el misterio de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor. Anuncia la Pascua que es una segunda creación, y con la resurrección la creación por fin llega a su puerto final que es el Reino de los Cielos.
A partir de ese momento, todo lo creado realiza el plan original de entrar en comunión con el Padre creador. Es el momento en que el hombre entra no ya en el Paraíso, sino en el Reino de los Cielos, que es vivir en comunión con el Padre.

Un Mundo Nuevo, una Casa Común

Cada día muere algo y nace un mundo nuevo, un mundo donde Dios será todo en todos. Es la posibilidad que tiene el hombre de hacer un mundo más humano, más justo, donde se repartan los recursos naturales más equitativamente y donde el hambre y la guerra no hieran al hombre.
Un mundo donde el hombre sepa cuidarlo, porque es su casa común… y esto es posible porque viene el Hijo del hombre.

El Perdón y las Nuevas Relaciones

Es el Hijo del hombre quien viene al encuentro del hombre, para darle el perdón, para acogerle y llevarle a la comunión con el Padre.
A partir de este momento al hombre ya no le define ni se identifica con el pecado. Surgen nuevas relaciones, relaciones en las cuales descubrimos que somos hijos y hermanos.

El Discernimiento de los Signos

Estas realidades son para ahora y las podemos vivir ahora. Ahora el hombre tiene la posibilidad de comprometerse, de no dejar pasar los años.
A esto nos invita el Evangelio: al discernimiento de los signos, a ver la creación y saber leer la acción de Dios que viene. Un discernimiento que me permite descubrir lo divino en lo material, lo eterno en lo temporal.

El Camino hacia lo Esencial

Es una nueva forma de ver el mundo y sus realidades que me permite descubrir a Dios en todo y, sobre todo, me permite ver a Jesús en el hombre que es mi hermano.
Un discernimiento que no me deja indiferente ante el hombre que sufre y pasa hambre o vive en la guerra. Es el discernimiento que me permite ver lo que es verdaderamente valioso y perdurable, y dejar pasar lo que es caduco y, de este modo, no comprometer mi vida con realidades que se acaban.

Hijos del Padre, Hermanos en la Creación

Hay en el mundo una apariencia que nos engaña y nos cautiva, y con ese discernimiento podemos ir a lo esencial, que pasa por descubrirme hijo del Padre y hermano de los hombres que habitamos la casa común de la creación.

AMÉN