Iconos de Magdalena, Pablo, Pedro…

Un viaje a través de María Magdalena, Pablo y Pedro

Icono del Sagrario, La Virgen María, San Pedro, San Pablo y la Magdalena

Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. (Mt 16, 18)

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Explicación de los iconos

1. María Magdalena

Entrando en la Capilla, el primer personaje que nos recibe es María Magdalena. Es una figura de extraordinaria belleza y delicadeza en sus paños. En sus manos tiene los ungüentos que iba a usar para terminar de limpiar, perfumar y preparar el cuerpo de Jesús, acompañada de las otras santas mujeres. Esta representación de las mujeres portadoras de ungüentos para arreglar el cuerpo de Jesús es conocida como las Miróforas. Esta imagen fue usada al inicio para simbolizar la resurrección de Cristo. María Magdalena fue la primera en darnos el anuncio de la resurrección.

2. La Pasión y Resurrección de Cristo

Este icono de María Magdalena une la pasión y resurrección de Cristo. San Lucas en su Evangelio nos dice: «era el día de la preparación, y apuntaba el sábado. Las mujeres que habían venido con él desde Galilea fueron detrás y vieron el sepulcro y cómo era colocado su cuerpo. Y regresando, prepararon aromas y mirra. Y el sábado descansaron según el precepto. El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Pero encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro, y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús». Al encontrarnos con la mirada de María Magdalena al entrar en la Capilla, ella se convierte otra vez en mensajera. Ella es la que nos introduce en los misterios de nuestra salvación.

Icono de María Magdalena

3. San Pablo

Con la mirada vemos a la izquierda de la Magdalena a Pablo. Pablo que tiene un rollo en la mano, símbolo de sus cartas y de su predicación. Si prestamos atención, nos parece escuchar lo que él mismo decía a los romanos en la carta que les dirigió: «la fe viene de la predicación, y la predicación, por la palabra de Cristo». Su predicación y sus cartas expandieron la fe en Cristo en el mundo pagano de su época y, atravesando los tiempos, llegan a nuestros días, y siguen dando el mismo fruto de conversión y presencia del amor al Padre a los hombres.

4. San Pedro

Pablo, mirando su derecha, nos presenta a Pedro, quien lleva las llaves en la mano, que nos reenvía al pasaje del evangelio de Mateo: «a ti te daré las llaves del reino de los cielos». Tanto Pablo como Pedro son columnas de la Iglesia: Pedro simboliza la Iglesia institucional y Pablo la Iglesia carismática.

San Pedro y San Pablo

5. La Virgen María

Pablo y Pedro, los dos, mirando a su derecha nos llevan a la Virgen, la madre de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Esta imagen que estamos contemplando es una clásica representación según la tradición iconográfica bizantina conocida como la Déesis: en posición orante y de súplica, tiene las manos en alto orientadas a Cristo, quien está custodiado en el sagrario que tiene a su derecha. Este gesto delicado de tener las manos alzadas es señal de súplica, intercesión y oración por toda la humanidad, en especial por ti, que la contemplas en actitud orante. María recoge las necesidades y sufrimientos de todos los hombres y los presenta al Señor, intercede por nosotros y nos alcanza las bendiciones del Cielo.
Icono de la Virgen María

6. El Sagrario

Finalmente, a tu izquierda de la composición que tienes delante, nos encontramos con el Tabernáculo. Es un icono con una gran fuerza simbólica. El ángel nos está indicando que ya estamos en el presbiterio, es decir, en el Reino de los Cielos. La presencia de los ángeles en la iconografía hace referencia a lo sagrado y divino de la escena. Las manos cubiertas del Ángel, apoyadas en el sagrario, expresan la reverencia que hay que tener al tocar el Cuerpo de Cristo. Nos reenvían a cuando los sacerdotes se cubren las manos para trasladar el santísimo (especialmente lo podemos ver en la Fiesta del Corpus Christi).

6. El Cordero de Dios

La figura central de esta composición es el Cordero. Según el evangelista Juan, Cristo es el cordero de Dios anunciado por Juan Bautista. La cruz nos hace presente la crucifixión. La llaga en el costado de la que mana sangre y agua que es recogida en el cáliz, nos hace presente el misterio de la salvación. Esta representación del cordero con una bandera y el blanco de su lana nos integra la escena la resurrección. De Él manan fuentes de agua viva, de la que se alimentan los corderos de abajo, que simbolizan todo el pueblo de Dios, plenitud de la Iglesia. El Cuerpo de Cristo hace referencia no solamente a la Eucaristía, que es el Cuerpo resucitado del Señor, sino también al cuerpo eclesial, a toda la Iglesia. Cristo es el cordero inmolado para darnos una vida nueva, la vida en el Espíritu, una vida que no anula ni disminuye la vida humana, sino que la lleva a su plenitud. De Él nos alimentamos los cristianos cuando acudimos a la celebración Eucarística.

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