El Joven Rico y el Camino hacia la Plenitud
XXVIII Domingo TO, Ciclo B (Mc 10,17-30)
Capítulo 1: La Identidad del Joven Rico
Se trata de un pasaje narrado también por Mateo y Lucas. Uniendo los datos de la personalidad de los tres evangelios sabemos que se trata de un joven, rico y noble.
Capítulo 2: La Relación del Cristiano con las Realidades Materiales
El tema central de este pasaje en el Evangelio de Marcos es la relación del cristiano con las realidades materiales. Toda relación para ser auténtica se rige por el principio del respeto al otro. Es el principio de no querer poseerlo pues si lo poseo lo destruyo y me destruyo a mí mismo. Esta afirmación sirve tanto para la relación entre las personas, como para las relaciones con el resto de las criaturas.
Las cosas materiales son para establecer relaciones humanas, es decir, nuestras relaciones están mediadas por las cosas. Las cosas son medios y no son un fin en sí mismo, pues cuando se convierten en un fin, es entonces cuando la relación desaparece y se convierte en posesión. Las cosas son un instrumento para alcanzar un fin, y el fin es vivir en comunión con Dios. Por lo tanto, las realidades materiales son un don de Dios, y son el lugar donde se juega la calidad de nuestras relaciones.
Capítulo 3: La Proclamación de la Trinidad
El pasaje comienza haciendo una proclamación de la Trinidad: el Padre es bueno, el Hijo que tiene la misma naturaleza que el Padre es bueno, y esta bondad es el Espíritu Santo. Bondad que es amor. El amor entre el Padre y el Hijo es una persona que se llama Espíritu Santo.
Capítulo 4: La Fe: Voluntarismo o Acogida
Después, en la pregunta de este joven, se pone de manifiesto dos formas de vivir la fe: por voluntarismo o acogiendo.
El hombre rico pregunta por lo que debe de hacer para ganar la vida eterna: emerge un esquema en el cual la salvación es fruto de los méritos, es el cristiano que basa su vida cristiana en cumplir normas, tiene que merecer el amor de Dios, no concibe la gratuidad, y confunde el perdón con la justicia.
Frente a este modelo, Jesús le propone vivir la fe como una relación: en la relación hay espacio para el pecado sin perder el amor.
Capítulo 5: Poseer o Compartir
En el Evangelio se pone en evidencia dos modos de relacionarnos con las realidades materiales: poseyéndolas o compartiéndolas. Cuando vivo las realidades materiales compartiéndolas, entonces me convierto en hermano e hijo.
Capítulo 6: La Insatisfacción del Joven
El joven, rico y noble, está buscando una segunda conversión pues tiene una insatisfacción en su interior ya que cumplir fielmente todos los mandamientos no le da la felicidad interior. El vivir la fe cumpliendo sin prestar atención a las relaciones no nos hace felices. El protagonista del pasaje no ha logrado encontrar la plenitud de su vida cumpliendo los mandamientos.
Capítulo 7: La Invitación de Jesús
Jesús le invita a descubrir las relaciones que explican y custodian los mandamientos. Y cuando hablamos de relación, hablamos de amor y de libertad. La invitación a la relación nos la propone Marcos cuando dice que Jesús se le quedó mirando y lo amó, y esto generó una relación.
Capítulo 8: La Mirada de Amor
Hay muchas formas de mirar: podemos mirar con odio, con envidia, con rencor, con desdén, con rabia… y también podemos mirar con amor. Al mirar con amor, generamos un espacio para que el otro pueda crecer y desarrollarse. Es una mirada que reconoce al otro como diferente de uno mismo, una mirada que reconoce la alteridad y, por lo tanto, la posibilidad de una relación.
Capítulo 9: El Obstáculo de las Cosas Materiales
Jesús buscó entrar en relación con este joven, pero las cosas materiales se convirtieron en un obstáculo. Nos dice el Evangelio que era muy rico, es decir, que su modo de relacionarse con las criaturas era posesivo. Las cosas eran suyas y le hacían rico. Pero la verdadera riqueza es la que se comparte, al hacer las cosas materiales lugar de encuentro y de relación con los hombres y con Dios. Así nos convertimos en hermanos e hijos.
Capítulo 10: De la Observancia al Amor
Realmente somos lo que damos, no lo que tenemos. Los bienes son para crear relaciones humanas y fraternas, es decir, para generar vida.
Jesús le propone a este joven pasar de la observancia al amor. Y aquí surge una poderosa emoción: la tristeza. La tristeza es la emoción que más cuesta al hombre sostener.
Capítulo 11: El Discernimiento de la Tristeza
Hay una tristeza que es de Dios y una tristeza que es del espíritu del mal. Tenemos que saber interrogar nuestras emociones, preguntarles de dónde vienen y a dónde me llevan, preguntar cuál es el pensamiento que está asociado a esa emoción y ver a dónde me conduce este pensamiento. Este proceso de discernimiento tiene que terminar en una decisión: no puedo ser indiferente a mi mundo emocional y tengo que tomar una decisión sobre él.
Capítulo 12: La Tristeza del Joven
En el caso del joven, la tristeza que siente es de Dios. Esta tristeza le está diciendo que su opción de no compartir sus bienes materiales no es el camino de su plenitud. San Agustín nos dirá que el joven se marchó triste porque permaneció atrapado en sus propios deseos mundanos. Y la tristeza trataba de expresárselo.
Capítulo 13: El Horizonte de la Plenitud
Pero no basta con dejarlo todo y compartir. Tiene que ser sostenido por una relación personal con Jesús. Al final del evangelio, Jesús dice a sus discípulos que recibirán cien veces más en casas, hermanos, madres, hijos o tierras. Jesús les habla de que quien comparte se encuentra en un mundo nuevo, un sinfín de relaciones nuevas. Y, por lo tanto, un horizonte nuevo para realizarse plenamente.
Compartir me hace hermano de los hombres e hijo del mismo Padre. Me abre un nuevo horizonte en mi vida cristiana. AMÉN.